Good Friday / Viernes Santo _ Bishop’s Homily 04.07.2023

by Msgr. Robert Siler

Making our “Good Friday” Good!

Homily for Good Friday at St. Paul Cathedral, Yakima, 2023
Isaiah 52:13-53:12; Hebrews 4:14-16, 5:7-9; John 18:1-19:42

Most Reverend Joseph J. Tyson, Bishop of Yakima

Peace be with you! Why is this Friday “good?” And how might we understand this redemption through the Blood of the Cross as the chief “good” of Good Friday?

Permit me to start with this story of modern-day redemption:

One of our parishioners here in the Diocese of Yakima came from a Central American country. He is now about 30. He has been living and working in one of our highly Spanish-speaking communities for several years.

He came due to violence. He had been kidnapped. His parents paid the kidnappers some $7,000 dollars. Once he was freed, his family then paid a “coyote” to get him here in the north so he wouldn’t get kidnapped again and wouldn’t get sucked into the cartels and gangs running rampant in his country.

That story captures best the theological meaning of “redemption.” Kidnappings and enslavement were known events in the ancient Middle East at the time Jesus preached. Redemption refers to the fact that someone else “pays the price” of our freedom, our liberation, our “Passover” – to return to last night.

In a famous exchange between Saint Anselm and his young student Boso, Boso asks “Why did Jesus have to die this way?” Why did Jesus have to die tortured to death? Why did he have to die pinned to a cross? Why did he have to slowly suffocate with the weight of his body slowly choking off his air passages? Why did he die scourged so that the scent of his blood would attract vultures who would pick at his flesh?

Saint Anselm’s answer is very telling: “You have not considered the weight of sin.” In other words, this horrific death of Jesus gives us the dark assurance that there is not one inch of suffering that escapes the experience of God in the person of Jesus Christ. There is not one single torturous corner of creation that escapes the redemptive possibility that God can save us. Jesus dies this way as a dark assurance that he is with us, even now, no matter our sorrow or our suffering. When we venerate the cross, we venerate the presence of Christ in the darkest and most painful corner of our lives.

Christian anthropologist Gil Bailie noted some years ago in a talk with youth, “Jesus dies in a bloody big screen production, so you don’t have to live in one.” The problem is NOT that Jesus death on the cross was inefficacious. The problem is that we act like it never happened. We continue with our addictions, our sins, our indifference to the suffering of others. We act like Christ’s redemption of the cross not only did not happen but is not needed.

Yet returning to the story of our young parishioner who was kidnapped and ransomed, then, this Good Friday reminds us that we cannot liberate ourselves. Like Psalm 130 which we hear each Good Friday, we need redemption. We need someone to save us. We are jailed. We are enslaved. We are imprisoned. Like the writer of Psalm 130 we are down a deep hole. We cannot pull ourselves out. We need ransom. We need salvation.

As we venerate the cross this night, may we cry “out of the depth” to Christ for redemption. May we recall the precise places in our lives where we cannot save ourselves, where we cry “…out of the depths…” to God who can pull us out and set us free. May this Friday be for us truly a “Good Friday!” Peace be with you!

Art: Jacopo Tintoretto, c. 1566-67, Public domain, via Wikimedia Commons

Homily – Good Friday 2023

¡Haciendo que nuestro “Viernes Santo” sea Bueno!

Homilía del Viernes Santo en la Catedral de St. Paul, Yakima, 2023
Isaías 52:13-53:12; Hebreos 4:14-16, 5:7-9; Juan 18:1-19:42

Reverendísimo Joseph J. Tyson, Obispo de Yakima

¡La paz del Señor esté con ustedes! ¿Por qué este viernes es “santo”? ¿Y cómo podemos entender esta redención a través de la Sangre de la Cruz como el principal “santo” del Viernes Santo?

Permítanme comenzar con esta historia de la redención moderna:

Uno de nuestros feligreses aquí en la Diócesis de Yakima vino de un país centroamericano. Ahora tiene alrededor de 30 años. Ha estado viviendo y trabajando en una de nuestras comunidades de habla hispana durante varios años.

Dejo su país por la violencia. Lo habían secuestrado. Sus padres pagaron a los secuestradores unos $7,000 dólares. Una vez que fue liberado, su familia le pagó a un coyote para que lo trajera aquí al norte para que no lo secuestraran nuevamente y no lo absorbieran los carteles y las pandillas que abundan en su país.

Esa historia capta mejor el significado teológico de “redención”. Los secuestros y la esclavitud eran eventos conocidos en el antiguo Medio Oriente en el momento en que Jesús predicó. La redención se refiere al hecho de que alguien más “paga el precio” de nuestra libertad, nuestra liberación, nuestra “Pascua”, para volver a la liturgia de ayer en la noche.

En un famoso intercambio entre San Anselmo y  un joven estudiante Boso, Boso le pregunto “¿Por qué Jesús tuvo que morir de esta manera?” ¿Por qué Jesús tuvo que morir torturado hasta la muerte? ¿Por qué tuvo que morir clavado en una cruz? ¿Por qué tuvo que sofocarse lentamente con el peso de su cuerpo obstruyendo lentamente sus vías respiratorias? ¿Por qué murió azotado para que el olor de su sangre atrajera a los buitres que picotearían su carne?

La respuesta de San Anselmo es muy reveladora: “No has considerado el peso del pecado.” En otras palabras, esta horrible muerte de Jesús nos da la oscura seguridad de que no hay ni un centímetro de sufrimiento que escape a la experiencia de Dios en la persona de Jesucristo. No hay un solo rincón torcido de la creación que escape a la posibilidad redentora de que Dios puede salvarnos. Jesús muere de esta manera como una oscura garantía de que está con nosotros, incluso ahora, sin importar nuestro dolor o nuestro sufrimiento. Cuando veneramos la cruz, veneramos la presencia de Cristo en el rincón más oscuro y doloroso de nuestra vida.

El antropólogo cristiano Gil Bailie señaló hace algunos años en una charla con jóvenes: “Jesús muere en una maldita telenovela, así que no tienes que vivir en la misma telenovela hoy.” El problema NO es que la muerte de Jesús en la cruz fuera ineficaz. El problema es que actuamos como si nunca hubiera pasado. Seguimos con nuestras adicciones, nuestros pecados, nuestra indiferencia ante el sufrimiento de los demás. Actuamos como si la redención de Cristo en la cruz no solo no sucedió, sino que no es necesaria. Continuamos en nuestras vidas dramáticas de telenovelas de violencia y desgracia

Sin embargo, volviendo a la historia de nuestro joven feligrés que fue secuestrado y rescatado, este Viernes Santo nos recuerda que no podemos liberarnos a nosotros mismos. Como el Salmo 130 que escuchamos cada Viernes Santo, necesitamos redención. Necesitamos a alguien que nos salve. Estamos encarcelados. Estamos esclavizados. Estamos encadenados. Estamos en trampas. Como el escritor del Salmo 130, estamos en un pozo profundo. No podemos salir nosotros mismos. Necesitamos que nos rescaten. Necesitamos la salvación.

Mientras veneramos la cruz esta noche, clamemos “desde lo más profundo” a Cristo por redención. Que recordemos los lugares precisos de nuestras vidas donde no podemos salvarnos a nosotros mismos, donde clamamos “…desde lo más profundo…” a Dios que puede sacarnos y liberarnos. ¡Que este viernes sea para nosotros un verdadero “Viernes Santo”! ¡La paz del Señor esté con ustedes!

Arte: Jacopo Tintoretto, c. 1566-67, Dominio Público, via Wikimedia Commons

Homilía – Viernes Santo 2023