Sin from Within
Homily for the Twenty Second Sunday of Ordinary Time, Cycle B
and Memorial Mass for José Rivera de la Cruz,
Mexican Agricultural Temporary Worker in Wapato, Wash.
Deuteronomy 4,1-2. 6-8; James 1, 17-18. 21b-22. 27; Mark 7,1-8. 14-15. 21-23
Most Reverend Joseph J. Tyson, Bishop of Yakima
Peace be with you. Thank you for praying with each other at the loss of José Rivera de la Cruz. My condolences. My condolences to all of you. I cannot imagine how hard it must be for José’s family and friends back in Mexico. They sent their young son north to work in the harvest. He came to earn money that he could send back home.
José had gone shopping to the mall last Sunday evening. He was purchasing a few items in the mall. Unbeknownst to him, a gun fight broke out between a couple of young men in the parking lot. The gun fight was gang related. José happened to be coming out of the mall. Along with everyone else, he was taken by surprise. He was caught in the crossfire. He was struck with a bullet. He died at the shopping mall. The police have been so clear. José had nothing to do with the gangs. He had nothing to do with the shooting. He was simply shopping for himself and his family. He was accidentally shot to death. I cannot image the pain of his mother, his father, his family and his friends. We are all so sorry this happened.
Where does this violence come from? Why are there gangs fighting each other? Why do bad things happen to good people like José? Why do innocent families suffer such loss? We read about the disappeared in Mexico. We learn about the drug wars in Latin America. We read about gang violence and shootings here in the United States. Why?
There is no sufficient answer. But this Sunday’s Gospel does give us some insight. In the closing lines of tonight’s Gospel from St. Mark, Jesus tells his followers “… evil thoughts, unchastity, theft, murder, adultery, greed, malice, deceit, licentiousness, envy, blasphemy, arrogance, folly. All these evils come from within and they defile.
There are very few sayings of Jesus that are quite a graphic in naming the types of sin we commit. The list Jesus notes is the list we see in the telenovelas. There is something perennial about our human failures.
And if we are really honest with ourselves, we know that we have been tempted. Who among us has not been tempted sexually? Who among us has not been so angry with another person we wanted to destroy him? Who among us has not grown jealous of another’s success when we work just as hard without success? Who among us had not been defrauded by having to pay bribes to officials? Who among us has not had family that has had to pay a coyote in order to pass up to the north to earn money for our families? Who among us in not saddened by the addiction here in the United States that drives the growth and production of opioids in Latin America? Who among us has not read something about the violent drug trade?
We are all aware of those external realities. But Jesus challenges us. He tells us not to blame what goes on around us. Look inside. What happens in the outside begins inside. It begins in our minds. It begins in our emotions. It begins in our hearts.
Look at that list Jesus gives us again: “… evil thoughts, unchastity, theft, murder, adultery, greed, malice, deceit, licentiousness, envy, blasphemy, arrogance, folly. All these evils come from within and they defile.”
We can certainly see these activities not only on the telenovelas we watch, but in the television news and in the newspaper headlines. They are out there. But they begin in here. Inside of us.
Jesus invites us to examine what is going on inside of our minds and our hearts. What we think, what we imagine, what we desire, our lusts, our drives, our disordered ambitions get projected outward. They become “… evil thoughts, unchastity, theft, murder, adultery, greed, malice, deceit, licentiousness, envy, blasphemy, arrogance, folly.”
The untimely and unjust death of José Rivera de la Cruz reminds us that our outward signs and our inward thoughts can have consequences in real life that are unexpected. I am sure the two suspects the police have publicized did not intend for José de Rivera de la Cruz to die. But they are responsible. They are responsible in a way they could not have imagined.
Why did José Rivera de la Cruz have to die? That is like asking why did Jesus have to die on a cross? There is no good reason. There is no good reason why innocent men die. But we can learn from their deaths.
Jesus dies on a cross. Innocent and without sin. At of his dying and rising grows the mission and its Church. Thus, life comes out of death. Good comes forth from evil. Saints come forth from sinners.
Peace be with you!
Pecado desde Dentro
Homilía del Vigésimo Segundo Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B
y Misa Conmemorativa de José Rivera de la Cruz,
Trabajador Temporal Agrícola Mexicano en Wapato, Washington
Dt. 4,1-2. 6-8; Sant. 1, 17-18. 21b-22. 27; Mc. 7, 1-8. 14-15. 21-23
Reverendísimo Joseph J. Tyson, Obispo de Yakima
La paz sea con ustedes. Gracias por orar juntos por la pérdida de José Rivera de la Cruz. Mis condolencias. Mi más sentido pésame para todos ustedes. No puedo imaginar lo difícil que debe ser para la familia y los amigos de José en México. Enviaron a su hijo pequeño al norte para trabajar en la cosecha. Vino a ganar dinero que pudiera enviar a casa.
José había ido de compras al centro comercial el domingo pasado por la noche. Estaba comprando algunos artículos en el centro comercial. Sin que él lo supiera, se desató un tiroteo entre un par de jóvenes en el estacionamiento. El tiroteo estaba relacionado con las pandillas. José estaba saliendo del centro comercial. Junto con todos los demás, fue tomado por sorpresa. Quedó atrapado en el fuego cruzado y fue alcanzado por una bala. Murió en el centro comercial. La policía ha sido tan clara. José no tuvo nada que ver con las pandillas y no tuvo nada que ver con el tiroteo. Simplemente estaba comprando algunas cosas para él y su familia. Accidentalmente murió por una bala perdida. No puedo imaginarme el dolor de su madre, su padre, su familia y sus amigos. Todos sentimos mucho que esto haya sucedido.
¿De dónde viene esta violencia? ¿Por qué hay pandillas peleando entre sí? ¿Por qué le pasan cosas malas a gente buena como José? ¿Por qué familias inocentes sufren tal pérdida? Leemos sobre los desaparecidos en México. Escuchamos sobre las guerras contra las drogas en América Latina, y también sobre violencia de pandillas y tiroteos aquí en los Estados Unidos. ¿Por qué?
No hay una respuesta perfecta. Pero el evangelio de este domingo nos da una idea. En las últimas líneas del Evangelio de esta noche que se toma de San Marcos, Jesús les dice a sus seguidores “… las fornicaciones, los robos, los homicidios, los adulterios, las codicias, las injusticias, los fraudes, el desenfreno, las envidias, la difamación, el orgullo, y la frivolidad. Todas estas maldades salen de dentro y manchan al hombre. ”
Hay muy pocos dichos de Jesús que sean tan gráficos al nombrar los tipos de pecados que cometemos. La lista que señala Jesús es la lista que vemos en las telenovelas. Hay algo perpetuo en nuestros fracasos humanos.
Y si somos realmente honestos con nosotros mismos, sabemos que hemos sido tentados. ¿Quién de nosotros no ha sido tentado sexualmente? ¿Quién de nosotros no se ha enojado tanto con otra persona al punto de querer destruirla? ¿Quién de nosotros no se ha puesto celoso del éxito de otro cuando trabajamos igual de duro sin éxito? ¿Quién de nosotros no ha sido defraudado al tener que pagar sobornos a funcionarios? ¿Quién de nosotros no ha tenido familia que haya tenido que pagar un coyote para pasar al norte a ganar dinero para nuestras familias? ¿Quién de nosotros no está entristecido por la adicción aquí en los Estados Unidos que impulsa el crecimiento y la producción de la droga opioides en América Latina? ¿Quién de nosotros no ha leído algo sobre la violencia del narcotráfico?
Todos somos conscientes de esas realidades externas. Pero Jesús nos desafía. Nos dice que no culpemos a lo que sucede a nuestro alrededor. Mirar dentro. Lo que pasa en el exterior comienza en el interior. Empieza en nuestras mentes, en nuestras emociones. Comienza en nuestros corazones.
Mira esa lista que nos da Jesús de nuevo: “… las fornicaciones, los robos, los homicidios, los adulterios, las codicias, las injusticias, los fraudes, el desenfreno, las envidias, la difamación, el orgullo, y la frivolidad. Todas estas maldades salen de dentro y manchan al hombre.”
Ciertamente podemos ver estas actividades no solo en las telenovelas que vemos, sino en las noticias de la televisión y en los titulares de los periódicos. Están ahí fuera. Pero comienzan aquí, dentro de nosotros.
Jesús nos invita a examinar lo que sucede dentro de nuestra mente y nuestro corazón. Lo que pensamos, lo que imaginamos, lo que deseamos, nuestras concupiscencias, nuestros impulsos, nuestras ambiciones desordenadas que se proyectan hacia afuera. Se convierten en “… las fornicaciones, los robos, los homicidios, los adulterios, las codicias, las injusticias, los fraudes, el desenfreno, las envidias, la difamación, el orgullo, y la frivolidad.”
La muerte prematura e injusta de José Rivera de la Cruz nos recuerda que nuestros signos externos y nuestros pensamientos internos pueden tener consecuencias en la vida real que son inesperadas. Estoy seguro de que los dos sospechosos que la policía ha publicado no tenían la intención de que muriera José Rivera de la Cruz. Pero ellos son los responsables. Son responsables de una manera que no podrían haber imaginado.
¿Por qué tuvo que morir José Rivera de la Cruz? Eso es como preguntar por qué Jesús tuvo que morir en una cruz. No hay una buena razón. No hay una buena razón por la que mueran hombres inocentes. Pero podemos aprender de sus muertes.
Jesús muere en una cruz. Inocente y sin pecado. Por su muerte y resurrección crece la misión y su Iglesia. Así, la vida surge de la muerte. El bien surge del mal. Los santos provienen de los pecadores.
Lo mismo puede ser cierto para mí y para ti. No hay una buena razón por la que José Rivera de la Cruz tuvo que morir. Pero tomando nuestra lección de Jesús, podemos controlar nuestra vida interior. Podemos abstenernos de proyectar hacia afuera los rencores y resentimientos que guardamos dentro de nuestras mentes y corazones. Los colocamos junto al pan y el vino en esta Misa. Podemos pedirle a Dios que nos ayude a hacer lo que Jesús hace, que haga surgir la fe del vacío, la esperanza de la desesperación, que pueda crecer el amor donde hay odio, y que nazca el perdón donde hay deseo de venganza. Pongamos a Jesucristo en el centro de quiénes somos y de todo lo que hacemos.
La paz este con ustedes!
Homilia – Misa de Funeral de Jose Rivera de la Cruz 08_29_21